...no hueles a pescado, hueles a sirena...

Llevo un par de meses cogiendo la línea 150 de autobús en un polígono empresarial de las afueras y comparto espera y marquesina congelada con cuatro mujeres de bandera, sin botox ni MBAs. Son los verdaderos brotes verdes, currantes de ojera y coleta rápida, carcajada sincera y falta de tinte en las raíces. Me las encuentro por la noche, saliendo de dejarse la salud en alguna escalera fría. Cada día, a una de ellas le toca llevar la merienda de las cuatro y, allí, en la parte trasera del 150 encienden tertulias maravillosas regadas con zumo barato, resignación y risas.

Esas mujeres, madres todas ellas, según he escuchado furtivamente, inmigrantes la mitad y arañando los cincuenta (quizá menos y castigados) saben bien de la crisis. Seguramente la descubrieron antes que el propio Zapatero que, como andaba tomando cafés a 80 céntimos, tardó meses en enterarse. Esas mujeres, como miles más, no necesitan que ningún gilipollas con corbata les hable ahora de reformas, ni de cómo apretarse un cinturón porque, de forma espontánea, ya han improvisado una cooperativa de merienda. Todas ellas contrastan precios para preparar el sándwich más barato, lo untan sin escrúpulos para las otras y lo disfrutan como si fuera el último de sus vidas. Y me imagino que lo que les espera al llegar a casa es mucha plancha. Pero no se les caen los anillos, ni el IBEX, ni la moral. Son sabias sin barba blanca.

Sólo Fernando León, mago del realismo mágico (..no hueles a pescado, hueles a sirena..) podría crear la atmósfera que consiguen a base de amistad y papel albal. Yo, que harta de gürteles y urdangarines me las encuentro cerrando mi día, y sin grandes optimismos para el siguiente, consigo bajarme del autobús recordando que al final se trata sólo de eso, de la magia en lo sencillo. Y me hacen sonreír a mí también.
Gracias.

El espejismo de las redes

Twitter acaba de abrir la puerta a la censura selectiva de contenidos en algunos países y también un nuevo debate sobre las redes sociales. Los usuarios de cualquier servicio privado, acataban hasta ahora las políticas corporativas de la empresa proveedora o cambiaban de marca si no las compartían. Pero la supuesta horizontalidad de las redes parece hacer creer a sus usuarios que forman parte de sus juntas directivas y que no existe por encima de ellos nadie más que meros técnicos que, en todo caso, les facilitan la edición de contenidos. Craso error. Aunque no les veamos, Twitter, como cualquier otra red social, tiene detrás un equipo empresarial que toma decisiones. Lo de los ‘160 caracteres por mensaje’ no vino escrito en las Tablas de Moisés sino que fue una decisión adoptada por un grupo de personas que, por cierto, se meten al bolsillo pingües beneficios con esta empresa. Porque eso es lo que es, una empresa de titularidad privada.
La censura, de una u otra manera, existe en todas partes. Llamémosle “derecho de admisión”.  Los grandes medios de comunicación de todo el planeta, aduciendo limitaciones varias, censuran cada día a personas, organizaciones o anunciantes al elegir unas cartas al director y no otras, unas llamadas del oyente en lugar de otras, unos contenidos y no otros, y nadie se lleva las manos a la cabeza. La corta vida de las redes y el entusiasmo casi adictivo de sus usuarios hace que todavía existan confusiones respecto a quién toma las decisiones, por muy horizontales y democráticas que consideremos las redes.
Vaya por delante mi defensa a la libertad de expresión, pero Twitter está hablando de países donde no existe y creo que la entrada de una red social es una buena noticia. Si para lograrlo tienen que, al menos, manifestar que “cuidarán” los contenidos, creo que estamos ante un mal menor. A mí tampoco me gusta que Twitter se ponga medallas a la libertad de expresión, como hizo tras la primavera egipcia, y luego pliegue por intereses económicos, y es obvio que Twitter se plantea esta estrategia en términos de nuevos mercados y no con el fin de abanderar una apertura tecnológica, pero a veces conviene analizar la situación con más profundidad.
La mayoría de los usuarios españoles de Twitter han nacido ya en democracia y lo de la censura les suena a raquitismo franquista contra el que protestar como acto reflejo. Y no les falta razón. Pero no todos los países se encuentran en la misma situación. Cuando llegó, por ejemplo, la televisión a España, podía haberse prohibido radicalmente su uso o bien limitarse a “vigilar” sus contenidos para no “pervertir la recta moral de los españoles”. Grave, y no seré yo quien defienda las decisiones de una dictadura, pero hoy lo vemos históricamente como un mal menor. El propio desarrollo del medio y, sobre todo, no olvidemos, de la sociedad fue abriendo contenidos. Es más o menos lo que pasa cuando llega algo nuevo a una sociedad cerrada.
A ver cuántos twiteros decepcionados con la empresa actúan de verdad en consecuencia y abandonan la red. Pocos, intuyo. Somos quejicas de medio pelo, de boicotear un sábado como mucho. Y nos ponemos a dar lecciones…
Yo, que en los tiempos que corren prefiero ver el vaso medio lleno por pura salud mental, me quedo con la buena noticia de que las redes sociales permitirán a millones de personas comunicarse como nunca antes habían podido hacerlo. Lo demás llegará.
Por cierto, amigo parado, ahora que ya ha terminado el boicot de chichinabo a Twitter, echa un vistazo de vez en cuando a su #empleo, no hay que subestimar ninguna herramienta de búsqueda.

(Foto: Jack Dorsey, creador y director ejecutivo de Twitter, junto a Barack Obama.)

Día 16: Saltar al vacío

Como esto del paro te permite hacer cosas para las que nunca antes habías encontrado tiempo, estoy aprovechando la ocasión para reciclarme y asistir a formación de todo tipo, esta semana a clases de primeros auxilios. Nunca entendí por qué salías del instituto sabiendo hacer inútiles ecuaciones de tercer grado o declinaciones de lenguas muertas, pero sin tener ni idea de qué carajo hacer si a cualquier transeúnte le da un jamacuco ante tus narices.

Pues bien, amigo transeúnte, hoy he aprendido a ponerte en P.L.S. (posición lateral de seguridad), así como a cortarte una hemorragia, hacerte un boca a boca o tratarte una hipotermia. Puedes estar tranquilo, la crisis está formando futuros héroes con tiempo libre en sus filas.

Pero lo que más me ha sorprendido de todo, es que nos hayan enseñado, en el primer día, a tratar también un intento de suicidio, como si fuera un riesgo probable en los tiempos que corren. El caso es que si ayer me hubiera topado en una cornisa cualquiera a alguien pensando en saltar, le hubiera soltado el rollo de “no merece la pena”, “este dolor también pasará” o, peor aún, el chantaje emocional del “piensa en tu familia” con la convicción de que hacía lo correcto. Pues hoy me han venido a decir, más o menos, que si de mis dotes persuasivas dependiera, el suicida hubiera dado el salto sin dudar, casi con impulso gracias a mí. Resulta que lo que hay que hacer es empatizar y ¡darle la razón! que no le faltará, por otra parte, si ha llegado hasta la cornisa.

Querido parado y deses-parado de larga duración, con tres hijos e hipoteca a treinta años, no te voy a decir que esto también pasará y que Rajoy y Merkel nos sacarán pronto de la ciénaga; lo que tengo que decirte hoy es que, efectivamente, tu situación es una mierda putrefacta y que no va a dejar de apestar próximamente. Espero haberte hecho sentir mucho mejor.

Día 15: Apagón por la SOPA

Iciar Bollaín decía hoy en una entrevista que internet ha sido un tsunami que ha transformado al espectador. Y no le falta razón. Internet ha transformado todo y de forma tan arrolladora que no ha dado tiempo a canalizar ni legislar adecuadamente. La red es, paradójicamente, un agujero negro que se traga todo, venga de donde venga, en cualquier formato, con o sin copyright, y ponerle ahora puertas al campo, a un campo colonizado por dos mil millones de almas (o passwords), es tarea complicada.

Decía hoy el consejero delegado de Twitter, Dick Costolo, que su empresa no se suma a las protestas de hoy contra la Ley SOPA de EEUU porque "es una tontería cerrar una empresa global por una ley de carácter nacional". Y en parte es verdad. No sé cuántos gringos hubieran seguido una huelga contra la Ley Sinde de ese pequeño país simpático al otro lado del charco. Pero lo nacional y lo global, afortunadamente, se confunden en la red y lo que afecta a unos afecta a todos.

Poner un poquito de ciber-orden es difícil pero necesario. Los que estudiamos en su día Ciencias de la Información, sabemos que las colisiones entre el derecho a la información y el derecho a la intimidad y la propia imagen (léase también aquí propiedad intelectual) nunca han quedado del todo resueltas. Pero ahora esas colisiones se han vuelto planetarias e incontrolables y en algún momento habrá que poner semáforos. Y no hablo tanto del derecho a la propiedad intelectual como al de la propia imagen. Valga protestar por uno si protegemos ambos en paralelo, no se olviden de eso, por favor.

No conozco a nadie que hoy en España no haya abierto Internet. Yo aquí estoy, dándole a mi blog. Un yonqui no deja su dosis porque la pasma persiga a su camello. Esta guerra de guerrillas va para rato. Porque no se trata sólo de pasta, se trata de cambios culturales. Y son tan rápidos y profundos como nunca antes había generado la humanidad.

Iremos viendo.

Día 14: Adelgazando.

Con los abetos navideños aún en los contenedores y el recuerdo del tierno abrazo de Martes y 13 comiendo mortadela ante la tumba de Gila, han llegado las dietas de año nuevo. Hoy en un solo trayecto de autobús, he sido invitada a adelgazar en un diario gratuito, en dos anuncios grapados a sendos árboles, en un banner del smartphone de mi compañero de asiento y en una cuartilla enganchada al limpiaparabrisas de un coche en doble fila.

Cabría pensar que en el paro se engorda, por aquello de estar ‘parado’, pero nada más lejos de la realidad. Yo al menos he adelgazado ya cerca de tres kilos, y sin empezar a escalar todavía la cuesta de enero. No sé si será porque he cambiado tiempo de tapas por horas de Infojobs, porque los cursos del INEM me han tocado donde cristo dio las tres voces y hago casi trecking para llegar, o si se debe a alguna tensión inconsciente que nos consume lentamente empezando por las grasas. Pero lo cierto es que he adelgazado y no sólo de cintura. Hace unas semanas me llamaron para un curso subvencionado. Éramos como mil candidatas (todas mujeres) para unas diez plazas, así que había entrevista de selección. Yo preparé una carta de motivación, honestamente preciosa, pero cuando llegué allí, y vi el percal, ni siquiera la entregué. Había decenas y decenas de chicas jovencísimas haciendo cola con la esperanza de que el curso les diera al menos un oficio, el oficio una ilusión y ambos juntos un primer empleo. Yo, que no tengo empleo pero sí oficio y aún un poco de ilusión, salí por aquella puerta con una preocupación casi maternal, mi carta hecha una bola, y la moral... también adelgazada.



Esto no tiene pinta de cambiar rápido, así que voy a ver si hago helado con los turrones sobrantes y me creo una pantalla grasa como las focas para aguantar el invierno. Dukan, no cuentes conmigo. 

Día 13: Feliz Anne Nuevo

No tengo nada contra Anne Igartiburu, que conste, pero si la vuelvo a oír con su voz empalagosa de pornomosca muerta, pronunciar “tiempos difíciles”, presento una queja en RTVE. La niña mimosa, y mimada, del ente público, cuyo sueldazo pagamos todos, porque la 1 es ‘la de todos’, no tiene ni idea de lo que son ‘tiempos difíciles’. Es un ejemplo del pluriempleo más bochornoso en la era del paro, que lo mismo presenta chismes, que un concurso de bailes, que escoge la canción del año, adorna una gala benéfica, elige el representante de Eurovisión o lo que haga falta, eso sí, por cantidades ofensivas todas ellas. Bondades del capitalismo libre, claro. ¿Qué mentecato piensa que nadie más en este puto país es capaz? Que lo piense el dueño de caldo Aneto cuando la contrata, pase, pero la administración pública podría ser, y parecer, de otra pasta. De la pasta pública. Hay hordas de periodistas en paro, con estudios en comunicación y un vocabulario más amplio que el de la barbie vizcaína. Lo que más me asquea es que, para variar, su careto tenga que ser el primero que veamos en 2012 entre uva y mala uva. ¡Como si nadie más supiera contar hasta doce! Una patética señal de que el año nuevo traerá más de lo mismo en este país paleto. ¡FELIZ NOCHE AMIGOS!