DIA 8.- Buena suerte.

Cuando uno acaba un curso, normalmente se despide de sus compañeros con un "Bueno, pues nada, un placer, a ver si nos vemos" cuando en el fondo ni lo esperas ni lo deseas realmente en la mayor parte de los casos. Cuando uno acaba un curso del paro, se despide de sus compañeros con un sincero "suerte". Ayer acabé dos y realmente se la deseo a todos lo compañeros que han compartido conmigo esas horas de reciclaje y café.
Hoy he leído que los curas son los trabajadores más satisfechos. Será porque su jefe lo perdona todo. Y más les vale, porque, como pastores, no hacen más que perder ovejas. Puede ser una opción laboral a estudiar... ¿cuánto cobra una monja? Seguro que menos que un cura. Porque todos los hijos de dios son iguales... entre ellos, no tanto con sus hermanas. Si no que se lo digan a Soraya S. de Santamaría que ha sido cuestionada, como ya le pasara a Carmen Chacón, por trabajar al poco de ser madre. Oye, yo ni me entero cuando los señores diputados de corbata procrean. Manda huevos, que diría otro "ilustre" diputado y padre... En todo caso, enhorabuena Soraya, ese bebé te ha venido con una pensión vitalicia bajo el brazo.
Como yo no la tengo, seguiré pensando en mi convento. Al menos tendré piso con jardín y contrato indefinido. Visto así, ya he desconfiado otras veces de mis superiores y, al menos, el negro me estiliza.

DIA 7.- God help us

No sé por qué lo llaman la fiesta de la democracia, si ha sido todo un funeral de tercera, que hasta las gaviotas de Génova parecían cuervos. Bueno, cadáveres ha habido, al menos políticos. Pues que descansen en paz y, a ser posible, sin sueldo vitalicio.

Yo hoy he tenido una entrevista de selección para un ¡curso!. Sí, sí, no he liado la ‘s’ con una ‘r’, no para un curro, para un curSo. Que con esto de los recortes, la formación se va al garete. Me avisan en un par de días. Me siento como en peli de sobremesa gringa, esperando ansiosa el membrete de Yale. Y yo me pregunto ¿qué cursos habrá hecho Mariano en los últimos 20 años? ¿Habrá tenido tiempo de llamar a Home English? Jose Luis no ha podido el pobrecito en ocho años. Ahora le piden inglés hasta a un kioskero para poder trabajar, pero no al presidente de éste nuestro país de polvorón. Así nos va, yo creo que se pierden cosas. Por muy bueno que sea un traductor/a, también estornudan y sufren apretones. Es en esos instantes fugaces cuando se deben decir las cosas importantes en los foros internacionales y, claro, los nuestros… a por uvas.

En fin, mudanza en la Moncloa. Viri, que así llaman a la nueva primera dama, tiene unas semanas para preparar el cuartito de los niños y arrancar las calaveras y lápidas que han debido dejar sus antecesoras. God help us o, para que lo entienda Mariano, que dios nos pille 'confesaos'.

DÍA 6: BUSCANDO MARINERO

El otro día un compañero del curso del paro apareció disfrazado con traje y corbata. Nadie dijo nada pero todos pensamos con emoción contenida..: ¡tiene una entrevista!  

Y es que a las entrevistas de trabajo se lleva corbata, como si ese colgajo de tela de sofá fuera un certificado de calidad. Los parados sólo llevan corbata a entrevistas o a bodas. Absurdo pero sencillo. Ahora bien, ¿qué debemos ponernos las mujeres? Taconazo es de harpía. Zapato plano, de poco ambiciosa. Y si llevas bota, da igual la impresión que causes porque no vas a volver a cruzar ese umbral…

En eso estaba yo pensando esta mañana, en clase de Photoshop, cuando he visto aparecer a ese compañero. “Mierda, no le cogieron”, he pensado mientras aporreaba frenética el tampón de clonar. Paréntesis: (Qué filón me has regalado, Terelu, con tu posado panti y ese pelo-casco que favorece todo tipo de montaje…). Pues sí, en eso pensaba.

Y en Carlos, claro. Hay más de 1.600 candidatos inscritos en la oferta de Carlos. No sé si habrán encontrado a alguien o él mismo ha abandonado el barco para no buscar marinero… ¿Cómo se enfrentará un responsable de RRHH a 1.600 currículums?

1.- Los lee minuciosamente y con cariño todos y cada uno de ellos. IMPOSIBLE
2.- Lee al azar y en vertical el 50% (o sea, 800) y elige el mejor. IMPROBABLE
3.- Ojea 50 y elige al azar uno entre los diez mejores. POSIBLE
4.- Llama a su prima parada y, si chapurrea inglés y maneja Word, contratada. NO QUIERO SABER LA PROBABILIDAD DE ESTA ÚLTIMA.

A un amigo mío le llamaron el otro día de un trabajo. Le dejaron un mensaje y cuando respondió a la media hora le dijeron que habían seleccionado al próximo de la lista. Me sorprendía el otro día en este blog que la barbaridad del 30% de los españoles se lleve el móvil a mear. Hoy intuyo pasmada que son más.

DIA 5: ANDROID

Dicen que el dedo más importante en el homo sapiens es el pulgar porque hace pinza. Pero eso era antes. Ahora es el índice derecho, el del ratón del portátil. Sin él no somos nada. Yo estoy a punto de agarrotarlo de tanto dar al ‘refresh’ esperando respuesta de Carlos. ¿Me estaré enganchando?

Esta mañana oía en la radio que el 30% de los españoles se lleva el Smartphone al wc. En mis infantiles presagios ochenteros sobre el siglo XXI, vestíamos de plata y, por supuesto, había coches voladores. Pero en aquellos vaticinios nunca aparecía un wáter como escenario de nada, porque un wáter es un lugar a donde uno, por muy postmoderno que sea, lleva sus instintos más ancestrales. Y no nos engañemos porque al final son los que nos definen, mi tía abuela no chateó en la vida pero murió en cuanto dejó de cagar. Literalmente.

O ha aparecido ya una aplicación android que mida la salud de las deposiciones o nos creemos absolutamente imprescindibles como para no poder privar al mundo de nuestra inestimable presencia un par de minutos. Y no sé qué es peor.

Tomo nota. Carlos tendrá que esperar. Me voy a mirar el árbol de mi barrio, si es que no lo han talado en este rato para instalar una antena wifi.

DÍA 4: LLUEVE

Hoy llueve duro en Madrid. Y desde lo alto nos convertimos en hormigas ligeras en busca de agujero. Y pienso en los que no tienen agujero. Y cada vez son más. Y llega el frío. Y llueve duro en Madrid.

DÍA 3: El 11/11/11

Ayer fue 11 del 11 de 2011, fecha mística para algunos y día del sorteo especial de la ONCE para otros, con 11 millones de euros en juego. Yo estaba entre los segundos. Compré a medias dos billetes con una amiga para dejar de buscar un buen trabajo y pasar a confeccionárnoslo a medida, como un buen traje de sastre. Y por momentos pensé que pasaría. No suelo jugar a nada de eso, pero pensé que tocaría, así de sencillo.

No tocó.

Ayer me contestaron de una empresa, un tal Carlos. Me envió un mail educado, casi cariñoso, o eso me pareció. Fue la primera vez en tiempo que me contestaban desde un departamento de RRHH. Las empresas piden candidatos, son ellos quienes piden, joder, y eres tú quien les das, ¡tú respondes a su demanda! y esa panda de desagradecidos maleducados no contestan. Son sólo unas palabras, un minuto apenas, ¡un mail tipo! ¿Es tanto pedir? Pues vete a la mierda, ¿sabes qué?, ahora soy yo la que no quiere trabajar con gente como tú. Eso tendría que responderte en lugar de dejar mi ilusión en tu papelera de reciclaje. 

Sentirse así es feo. Y Carlos debe saberlo. ¿Cómo será Carlos? Me lo imagino con pelo ondulado y un hijo pequeño con gorro de lana. Ve las carreras de motos por la tele, come paté y llama a su madre los domingos. Carlos sólo me decía que en unos días cerrarían el proceso y, de salir seleccionada, me avisarían. Seguramente ya tienen a la persona y nunca me avisarán. Pero Carlos me hizo sentir menos pequeñita y sus palabras fueron una lotería en el 11/11/11.

Mi amiga la del traje de sastre, que es también una lotería, dice que en este blog escribo cosas demasiado tristes porque lo bueno está a punto de llegar. Pues no sé si ésta es una historia triste o bonita, pero gracias, Carlos, y gracias, amiga.

DÍA 2: HACIENDO CUENTAS


El otro día encontré una oferta de empleo en una interesante organización con tareas de cierta responsabilidad y horario de 9 a 18:30h de lunes a jueves y hasta las 15h el viernes. El sueldo era… ¡cero!, bueno, pagaban el transporte. Masticando ya el mileurismo como única vía, 1000 entre unos 20 días al mes, salen las cuentas a 50 euros/día, por lo que tendría que dormir diariamente en Cádiz para que tuviera algún sentido. Eso es a la España del siglo XXI, lo que un algodonal a Alabama en el XVIII.

Hablando de cuentas mileuristas, ayer leí que Kiko Rivera, ilustre vago e iletrado de este país surrealista, ha ganado 850.000 euros por contar en el Hola su paternidad. Sin entrar en las tragaderas de la joven, eso son 850 meses de curro para un mileurista, o sea 70 años de trabajo. Un nada, eso sí, comparado con los 850.000 años de trabajo que supondría en la organización mencionada antes.

Llámame populista barata, me la sopla. Yo también leo a veces el Hola, pero me parece que estamos desnortados.

Hoy no quiero añadir nada más.

DIA 1. RETORCIENDO EL RABO DE LA "G"

Hoy, en la clase de la mañana, donde todos somos parados, hemos retorcido en espiral el rabillo de una “g” Times New Roman con la esperanza de que esta nueva habilidad, patrocinada por photoshop, le parezca irresistible a algún empleador. Pero me parece improbable después del cara a cara preelectoral retransmitido anoche. Creo que hablo en nombre de más de tres millones de españoles (concediendo un generoso margen al desacuerdo), cuando digo que fue patético. Los periodistas y tertulianos que hablan de todo, con fingida empatía social, dicen que no estuvo mal, mientras exprimen los chascarrillos del debate y comentan el color de sus corbatas o las intenciones ocultas de sus miradas. Vamos, hombre, millones de españoles nos sentimos anoche en pelotas a la intemperie, la presente y la futura, así que iros todos un poquito a la mierda.


Volviendo al rabillo de la “g”, g de golfos, en mitad de la clase he visto que mi compañero de la derecha entraba en Infojobs. Ése es un claro tic del nuevo parado, cada vez que cae frente a un ordenador entra compulsivamente en un buscador de empleo. Los de media/larga duración aguantan la clase entera sin abrirlo porque, desgraciadamente, ya saben bien que los anuncios no varían en horas. Los parados también tenemos otro síndrome y es que odiamos los festivos porque no se cuelgan ofertas nuevas, así que somos la única tribu urbana, aparte de los padres workohólicos, para la que el domingo es un incómodo estorbo antes del lunes.

En clase tenemos también el móvil en silencio pero encendido… ¡por si vibra!. Aunque no vibra. Como mucho oyes a alguien que susurra tapándose la boca: “mamá, que estoy en clase”, pero no un fascinado “SÍ, SOY YO”. Esas son las palabras con las que todo parado sueña.
Seguiremos soñando.